martes, 14 de diciembre de 2010

V de Valerie

No sé quien eres. Por favor, créeme.


No tengo manera de convencerte de que esto no es otro de sus trucos, pero me da igual. Yo soy yo, y no sé quien eres, pero te amo. Tengo un lápiz, uno pequeño que no encontraron. Soy una mujer. Lo escondí dentro de mí. Quizá no podré volver a escribir, así que esto será una carta larga sobre mi vida. Es la única autobiografía que escribiré. Y , oh, dios mío, la escribo sobre papel higiénico.Nací en Notttingham en 1957, y llovía mucho. Pasé mis exámenes e ingresé en el instituto de secundaria. Quería ser actriz. Conocí a mi primera novia en clase. Se llamaba Sara. Tenía catorce años y yo quince, pero ambas estábamos en la clase de la srta Wilson. Sus muñecas eran hermosas. En clase de biología yo me quedé mirando el feto de conejo en formol mientras escuchaba al Sr. Hird, que decía que aquello era una fase adolescente que superaba todo el mundo. Sara si.Yo no.
En 1976 dejé de fingir y llevé a casa, para conocer a mis padres, a una chica que se llamaba Cristine. Una semana después me marché a Londres, a estudiar teatro. Mi madre dijo que le rompí el corazón, pero mi integridad era lo más importante. ¿Es eso tan egoísta? Se vende muy barata, pero es cuanto nos queda en este lugar. El último resquicio de nosotros, pero dentro de ese resquicio, somos libres.
Londres. Fui feliz en Londres.
En 1981 interpreté a Dandini en Cenicienta. Mi primer trabajo profesional. Ese mundo es extraño y frenético, con multitudes invisibles detrás de los focos ardientes y un glamour agotador. Era excitante y solitario. Por la noche iba a algunos de los clubes habituales, pero no me sentía cómoda y me costaba relacionarme. Había tanta gente que sólo quería vivir alegremente. Era su vida y su ambición, y yo quería mucho más que eso.
Mi carrera progresó. Obtuve pequeños papeles en el cine, luego papeles más importante. En 1986 protagonicé Las Llanuras de Sal. Ganó muchos premios pero no fue un éxito de público. Conocí a Ruth en esa película.Nos queríamos.
Vivíamos juntas. El día de San Valentín ella me enviaba rosas y, dios mío, teníamos algo tan grande... esos tres años fueron los mejores años de mi vida.
En 1988 estalló la Guerra. Y después de eso, no hubo más rosas...Para nadie.
En 1992, después de la toma de poder, empezaron a detener a los homosexuales. Se llevaron a Ruth cuando salió a buscar comida. ¿Por qué nos tienen tanto miedo?
La quemaron con cigarrillos e hicieron que les diera mi nombre. Firmó una declaración donde decía que yo la seduje.No la culpé. Dios, la amaba. No la culpé.Pero ella sí. Se mató en su celda. No pudo vivir con el peso de habarme traicionado, de haber renunciado a ese último resquicio.
Vinieron a por mí. Me dijeron que todas mis películas serían quemadas. Me afeitaron el pelo en un inodoro y me contaron chistes de lesbianas. Me trajeron aquí y me drogaron. Ya no puedo sentir la lengua. No puedo hablar. La otra lesbiana de aquí, Rita, murió hace dos semanas. Imagino que yo también moriré pronto. Es extraño que mi vida termine en un lugar tan terrible, pero durante tres años recibí rosas y no me disculpé ante nadie.
Moriré aquí. Perecerá hasta el último resquicio de mi ser. Excepto uno.Uno solo.
Es pequeño y frágil y es la única cosa que vale tener en este mundo. Nunca debemos venderla ni regalarla. Nunca debemos dejar que nos la quiten.
No sé quién eres, ni si eres hombre o mujer. Quizá nunca pueda verte. Nunca pueda abrazarte ni llorar ni beber contigo. Pero te amo.
Espero que puedas escapar. Espero que el mundo gire y las cosas mejoren y que la gente vuelva a tener rosas.
Ojalá pudiera besarte.
Valerie.
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